Podría ser, que todavía a estas alturas, tras más de tres décadas de la primera reforma de la democracia, LOGSE (1990), haya mucha gente en este país que, sean unos u otros sus motivos y finalidades, no ha llegado a asumir la idea de que toda nuestra niñez y juventud tiene pleno derecho a estudiar y aprender lo que se considera esencial y propio de una educación obligatoria. Es más, quizás está más extendida de lo supuesto la idea de que hay estudiantes que no dan la talla, que no merecen aprender ni titularse, siendo inapelable, por tanto, la existencia y la aplicación de criterios y procedimientos de examen que separen efectivamente el trigo de la paja…. O sea, que hemos trastocado el imperativo moral de garantizar la educación debida (la obligatoria, tampoco hay que pasarse más allá) por una vigilancia obsesiva de las fronteras para que no las traspase nadie que no lo merezca, nadie que no reúna los requisitos establecidos por el orden dominante.
Ha habido algunos indicios de mejora, pero, como sigue ocurriendo por desgracia, no han llegado al alumnado de familias más desfavorecidas. Y esta es otra evidencia incuestionable, la distribución social de esos males que nos aquejan, miren ustedes por dónde, es muy desigual: afectan mucho, muchísimo más incluso, al alumnado perteneciente a las familias más desfavorecidas en lo económico, social y cultural. Dicho con otras palabras, las heridas que el RD querría, ojalá, suturar, tienen marcas inequívocas de clase, condición de minoría étnica e inmigrante, de sexo y otras diferencias proclives a devenir en desigualdades, reproducidas y fortalecidas por la educación y sociedad que tenemos y apostamos por sostener.
el reto de fondo, el más desafiante y urgente reside en la luna, en “otro planeta” por idear y alcanzar. Otro que llegue ser recreado, habitado y sostenido por un orden escolar y social diferentes, revestidos y transformados por una educación más significativa, relevante y con sentido, más igualitaria, justa y equitativa, más transformadora social y humanamente, abriendo ventanas de posibilidad favorables a un mundo y sociedad hospitalaria y sostenible.
.. las medidas en pro de minimizar repeticiones y activar actuaciones de apoyo y refuerzo a quienes lo necesiten solo son parte de un todo. Tiene que ver con las condiciones, dinámicas y resultados de la enseñanza y el aprendizaje, con el currículo escolar (su potencial formativo, cultural, transformador, aglutinador de fuerzas y sinergias), con el gobierno y gestión de los centros y, de una manera muy especial y con un fuerte subrayado, con el cuidado, apoyo y exigencias razonables al profesorado, su protagonismo, mediación, contribuciones inexcusables.
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Por: Juan M. Escudero Muñoz (Miembro del colectivo Foro de Sevilla. Por otra política educativa)
Artículo completo en: https://eldiariodelaeducacion.com/porotrapoliticaeducativa/2021/12/06/el-dedo-que-apunta-a-la-luna/