Mi hijo simplemente se hizo pis y nadie le ayudó, más bien le trataron como un apestado, echándole del centro escolar” (eldiariocantabria.es, 25/01/21)
Hace unos días nos llegaba la noticia de una denuncia ante el Defensor del Pueblo y las Consejerías de Sanidad y Educación del Gobierno de Cantabria, de la madre de un niño de 5 años que se hizo pis estando en el colegio y la llamaron para que fuera a cambiarlo, y como si eso no fuera poco, no le dieron la posibilidad de hacerlo en el interior del centro.
Desde el Movimiento Cooperativo de Escuela Popular (MCEP) compartimos el malestar de esta madre y constatamos con preocupación como cada vez son más las denuncias, tanto de familias como de profesorado, porque en los colegios se obvien algunas de las necesidades de cuidado que tienen las criaturas, sobre todo las relacionadas con el llamado “control de esfínteres”, sustentándose en unos principios organizativos escolares muy cuestionables, que no responden a ninguna normativa legal y que desgraciadamente, en la situación de pandemia en la que nos encontramos, se ven reforzados por los protocolos de actuación elaborados por los equipos directivos de los centros.
Estas cuestiones organizativas obligan a las criaturas, a partir del segundo ciclo de educación infantil (las del primero están “exentas”) a tener un “control total de esfínteres”, si o sí, ya que en caso contrario el padre o la madre tendrá que abandonar su puesto de trabajo para atender a su criatura, la maestra o el maestro tendrá que cambiarle a escondidas en connivencia con la familia pero ocultándolo en el centro, o como nos dice la noticia, la criatura se quede sin ayuda a la espera de que alguien venga a recogerla.
Entendemos que este es un problema complejo y bastante “enquistado” en muchos centros de Educación Infantil y Primaria, que responde a una dejación de funciones por parte de la Consejería de Educación, la inspección educativa, los equipos directivos y del profesorado al:
1. No ser garantes de las leyes de la infancia, tanto internacionales (Declaración Universal de Derechos Humanos, Declaración de los Derechos del Niño y Constitución Europea), como nacionales (Constitución Española, Leyes Orgánicas y Reales Decretos de educación), donde se indica claramente cómo las instituciones educativas deben respetar y fomentar el desarrollo integral e individual de cada niño y niña.
2. Fomentar una falsa división entre lo educativo y lo asistencial. Cuando en la etapa de educación infantil ambas concepciones no debieran de entrar en contradicción dadas las características propias de la infancia. Dónde los cuidados básicos y las atenciones a las verdaderas necesidades están principalmente dirigidas al cuidado del propio cuerpo. Cuidar es educar, y salvaguardar los derechos de los niños y niñas debiera ser la función prioritaria de los centros educativos. Siendo incluso perverso dejar sin atender un aspecto tan importante como el cuidado al control de esfínteres.
3. Demostrar un desconocimiento total sobre el desarrollo evolutivo de las criaturas, más concretamente sobre el proceso del control de esfínteres. Para que haya un buen control de esfínteres es necesario una suficiente maduración fisiológica, una maduración cognitiva y una maduración emocional. Forzar este proceso, intervenir, adelantarnos o no respetar los tiempos, no es lo mejor para la criatura tanto a nivel psicológico como afectivo. Y por supuesto no nos garantiza el éxito sino muy posiblemente todo lo contrario.
Sin embargo, la solución es fácil; entender, aceptar y garantizar el respeto al desarrollo individual de cada criatura referido al control de esfínteres, simplemente es aceptar la diversidad, que no todos los niños y niñas consiguen al mismo tiempo el dominio de sus esfínteres, que la retirada del pañal depende de la evolución personal y no viene marcada solo por la edad cronológica sino por otros elementos más complejos, que la necesidad de los adultos no puede acelerar un proceso biológico y que es necesario colaborar con las familias en este proceso igual que colaboramos en otros muchos.
Los profesionales de la educación debemos entender que dentro de nuestras obligaciones y responsabilidades está el acompañamiento emocional y el cuidado del niño y la niña también en este aspecto de su desarrollo y si eso supone cambiar pañales, ropa mojada por pérdidas, limpieza corporal cuando van al aseo… debemos hacerlo. Lo asistencial también es educativo, lo contrario, por muy fuerte que suene, es maltrato infantil.
Estas razones son las que nos llevan a exigir a las instituciones educativas y más concretamente a la Consejería de Educación a que se pongan manos a la obra y tomen las medidas necesarias para que en los centros se respete y se acompañe adecuadamente el desarrollo evolutivo de cada niño o niña concretamente en lo que nos refiere ahora “el control de esfínteres”.
Santander, 9 de febrero de 2021 MCEP Cantabria
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